5/18/2006

Lugares III


-Te leo la buenaventura.
Alexander se giro hacia la mujer de rostro arrugado que cubría su vestido con un mantel, agarrando con fuerza el maletín de medico de su padre.
-Ha dicho algo, señora?
-yo? yo no he dicho nada - respondió, mientras un gato negro asomaba la cabeza por debajo de sus faldas.
Alexander pensó en coles y patatas gratinadas y en el jarrón de bronce con el que su madre coronaba la mesa del comedor. Tanto si había flores en el jardín, como si el mordisco del invierno se las hubiese llevado al paraíso de los rosales. Un lugar en el que los escarabajos y las tenacillas de podar no eran mas que un vago recuerdo.
-Disculpe - se afano en escusarse el joven muchacho, sujetando ahora el pesado maletín con ambas manos- creí que había dicho algo.
-Algo como que?
-Te leo la buenaventura.
La pitonisa esbozo una sonrisa carente de dientes, seca, plegada sobre si misma.
-No- escuchó Alexander, aunque la boca de la bruja no se había movido - eso lo dije yo- continuo el gato.
Texto AnnaRaven